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Reflexiones sobre la democracia y la diplomacia ambiental, en honor a Mario Valls
Citar: elDial.com - CC6CF1
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Texto Completo
Reflexiones sobre la democracia y la diplomacia
ambiental,
en honor a Mario Valls
Por Silvia Nonna
Qué
gran honor poder escribir unas breves
reflexiones en homenaje a alguien que admiro tanto. Honor y al mismo
tiempo
compromiso porque siento que de alguna manera él las leerá y tendrá su
opinión,
esa tan valorada opinión que siempre compartió y que tanto nos enseñó y
guió.
Nuestro
querido profesor Mario Valls, respetado,
admirado, siempre presente y acompañando con el cálido saludo y amable
sonrisa,
tantos gestos elogiosos que además lo definen como una excelente
persona. Quedan su ejemplo y tantos
testimonios. El
educó en la libertad, en la solidaridad, en la tolerancia, educó para
la
sostenibilidad, para la cooperación, defendiendo valores y principios,
pensando
sin duda en un mundo mejor.
Ya
lo estamos extrañando! Convencida al mismo tiempo siempre estará
presente!
Me
animo entonces a hacer unas humildes y
breves reflexiones sobre la democracia y la diplomacia ambiental y el
futuro
que esperamos.
Democracia
Ambiental
La democracia
ambiental, entendida como la necesidad de la participación de toma de
decisiones en materia ambiental, nació en la Cumbre de la Tierra en Río
de
Janeiro en 1992. Reconocemos el derecho de todas y todos a vivir en un
ambiente
sano y equilibrado “apto para el desarrollo humano y para que las
actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de
las generaciones
futuras“[1],
en consecuencia la ciudadanía debe tener acceso a la información y a la
educación ambientales, a la participación y en última instancia, si
fuera
necesario, el acceso a la justicia ambiental tanto en sede
administrativa como
judicial.
En los años 90 del siglo pasado,
el Mundo se propuso metas ambientales para el nuevo milenio, aunque
poco se
cumplió. El Mundo se propuso entonces otras metas, esta vez para la
primera
década del siglo 2000 que comenzaba. Para el 2010 seguíamos sin
demasiado
avance, pero la cuestión era más evidente, especialmente por las
consecuencias
asociadas al cambio climático, y en general, el Mundo se propuso
priorizar el
asunto ambiental. Se escribieron metas para el 2020. Ya estamos en el
2020 y
estamos ahora muy ocupados trabajando sobre los objetivos para el 2030.[2]
Estamos desde entonces buscando
un modelo de desarrollo diferente, el del desarrollo sostenible que
tenga al
hombre, pero también al ambiente, a la cultura, como centro y formando
un todo.
El avance en cuestiones
puntuales y eficazmente implementadas es lento, los reclamos se hacen
oír y
están siempre presente en todos los ámbitos, con críticas pronunciadas
y en
general en relación con el accionar que se considera más declarativo
que
efectivo.[3]
En medio de esta coyuntura
mundial, podemos hablar de las acciones que han sido tomadas por los
Estados en
la materia a lo largo de la historia, pero también estamos urgidos por
un
presente y necesitamos gestionar para el futuro.
Los últimos años han estado
marcados por numerosas movilizaciones ciudadanas, especialmente
impulsadas por
los jóvenes, que vienen exigiendo a sus gobiernos una reacción pronta y
tangible a la problemática que sin duda aqueja.
Antecedentes,
Presente, Futuro
Volvamos en el tiempo a dos
documentos fundamentales en la materia:
La Declaración de Estocolmo
sobre el Medio Ambiente Humano en 1972 y la Declaración de Rio sobre el
Medio
Ambiente y el Desarrollo en 1992[4].
De la primera declaración,
adoptada por la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente
Humano
en Estocolmo, Suecia del 5 al 16 de junio de 1972, surge la necesidad
de
adoptar unas bases mínimas comunes para encarar los retos inherentes a
un desarrollo
acelerado en un mundo con recursos limitados. Contiene ciertos
principios
comunes diseñados para orientar los esfuerzos hacia la búsqueda de la
preservación y el mejoramiento del medio humano.
Durante los debates se trató por
primera vez la problemática del ambiente y se resaltó la importancia
que tiene
para el ser humano y los demás seres vivos, se produjo un importante
cambio de
paradigma en la consideración de la relación del hombre con la
naturaleza y el
entorno en el cual el desarrollo lleva a acciones que deben ser también
consideradas para lograr un equilibrio global.
Se la considera la “carta magna”
del Derecho Ambiental Internacional cuyos principios y recomendaciones
los
Estados miembro deben tomar e introducir en sus respectivos
ordenamientos
jurídicos. Sin duda a partir de esta declaración aumentó la conciencia
política
sobre la naturaleza global y las amenazas al ambiente.
La segunda declaración, fruto de
la reunión realizada en Río de Janeiro, Brasil, entre el 3 y el 14 de
junio de 1992,
nos aporta los principios generales del derecho ambiental a nivel
global. E
introduce dos cambios fundamentales, propone una nueva visión de los
territorios más allá de la concepción geográfica tradicional de los
Estados,
entendiendo que no hay fronteras cuando hablamos de ecosistemas.
Se adopta un programa de acción
para el Siglo XXI, el Programa/Agenda 21[5], que
enumera recomendaciones como aporte para la aplicación de los
principios de la
declaración. Siendo incluso hoy una
referencia a seguir para la efectiva implementación y consolidación del
concepto esencial del desarrollo sostenible[6].
Algo que resulta fundamental, en
el marco del tema que se desarrolla en este artículo,
es que la Declaración de Río da origen al
reconocimiento expreso de la diversidad nacional en la afectación al
ambiente y
correlativamente en la responsabilidad a futuro (Principio 7 Cooperación[7]).
Finalmente, en 2015 se adoptaron
por parte de las Naciones Unidas los 17 Objetivos de Desarrollo
Sostenible y la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
La
necesidad de reaccionar al cambio
climático, proteger la biodiversidad y compartir, utilizar de manera
sostenible
y equitativa los recursos naturales, requiere una gobernanza ambiental
a
diferentes niveles - local, nacional, regional e internacional que
involucre a
todos los sectores – ciudadanos, gobiernos, agentes económicos y
sociedad civil
organizada.
Diplomacia
Ambiental
Es
en el contexto esbozado en los
párrafos anteriores que surge la Diplomacia Ambiental hacia la
Sostenibilidad.
Hace
ya unos cuantos años que muchos
países tratan de llevar adelante políticas hacia el logro del tan
ansiado
desarrollo sostenible, con distintas posibilidades y de acuerdo con las
alternativas a su alcance. Sin embargo, y esto es muy claro y evidente,
los
logros que alcance un país en la defensa del ambiente, tendrá un efecto
o una
eficacia que puede ser mínima en comparación con los problemas
ambientales que
soporta el planeta y que compartimos.
Resulta
necesaria una acción colectiva
de toda la comunidad internacional, alcanzando consensos, compartiendo
problemas y planificando, llevando a cabo acciones que en su conjunto
consigan
soluciones satisfactorias y elaborando pautas específicas que
consoliden el
compromiso en la defensa del ambiente y de la “casa común”.
El
2020, la pandemia ha aumentado la
visibilidad de la interconexión entre todos los pueblos del mundo y
entre ellos
y la naturaleza, reforzando la importancia y la centralidad de la
diplomacia
ambiental.
Vivimos
una crisis mundial, que
atraviesa nuestras vidas que nos
condiciona. Que es transversal porque no hay disciplina que no
esté
alcanzada. Un virus que se esparce
y genera una contaminación difícil de controlar. Estamos en una
situación
inusitada, que nos ha tomado por sorpresa y que nos ha llevado a
replantear
muchas cosas, nos estamos adaptando, con preocupación con ansiedades y
con
incertidumbre.
En
el contexto posterior a la crisis vamos a necesitar que los gobiernos
aprueben
e impulsen estímulos para apoyar la creación de empleo, la reducción de
la
pobreza, el crecimiento económico, dando pasos paulatinos y firmes
hacia
inversiones sustentables, con estándares de producción y consumo
sustentables
porque no se puede seguir sosteniendo un modelo de crecimiento sin
límites.
El
desafío es construir una cultura de
cooperación que abarque el escenario geopolítico y geojurídico y debe
reflejarse en un diseño que integre su objeto, metodología, actores
involucrados, instrumentos de implementación, indicadores y medición de
resultados.
Necesitamos
de diálogo, entendimiento, construcción, coordinación y
consensos desprovistos de mezquindad, y pensando en el bien común y
único,
asegurando el derecho humano a vivir en un ambiente sano que garantice
la
justicia social. Y esto debe ser a nivel
global, planetario, integrado. Y la diplomacia ambiental es una base
fundamental para encarar todo lo que sea necesario en el marco de lo ya
acordado y lo que resulte necesario acordar.
Reflexión
final
En
los tiempos que vienen, las acciones que necesitamos, QUERIDO MARIO te
vamos a seguir y vamos a tratar de honrarte recordando y pensando lo
que nos
hubieses indicado.
[1]
Art. 41
Constitución Nacional Argentina: 1er párrafo: "Todos
los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto
para el
desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las
necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras…
[2]OBJETIVOS
DE
DESARROLLO SOSTENIBLE- ODS, llamado universal a la adopción de medidas
para
poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las
personas
gocemos de paz y prosperidad. Son el fruto de un acuerdo mundial
adoptado en
2015 por los Estados Miembros en el marco de las Naciones Unidas que se
comprometen para 2030, se trata de 17 Objetivos y 169 metas. Incluyen
desde la
eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la
educación,
la igualdad de la mujer, la defensa del ambiente y el diseño de
ciudades. https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/
(último ingreso 11/3/2021).
[3]
Mariano
Vior, Médico y Biólogo de la Universidad de Buenos Aires. En nota
“Crisis
Ambiental: ¿quién se hace cargo?. Clarín26/10/2020. Sería injusto
con la
política ambiental internacional institucionalizada y diplomáticamente
articulada si se instalara la idea de que en las casi cuatro décadas,
desde la
primera “Cumbre de la Tierra,” nada pasó en este frente. Pasar pasó, y
mucho.
Por ejemplo: ocurrieron cientos de reuniones en las capitales más
sofisticadas
(y lujosas) del planeta. A ellas asistieron miles de representantes,
comisionados, embajadores ante esto y aquello. Se gastaron millones de
moneda
fuerte y se consumieron cuantiosos volúmenes de combustible fósil que
alimentaron las turbinas de infinitos aviones, en los que los
burócratas
siempre contaron con un asiento en clase ejecutiva. Hoy, a la hora del
balance,
cuando tanta meta imaginada queda incumplida ¿quién se hace cargo del
fracaso?
¿Si las unidas naciones fueran una empresa, qué les estaría pasando?
[4]https://www.un.org/spanish/esa/sustdev/documents/declaracionrio.htm#:~:text=Todos%20los%20Estados%20y%20todas,de%20los%20pueblos%20del%20mundo. (última
consulta 11/3/2021)
[5]Progrrama/Agenda
21 https://www.un.org/spanish/esa/sustdev/agenda21/index.htm
(última cosulta 18/11/2020).
[6]
Desarrollo
sostenible entendido como el desarrollo que satisface las
necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las
generaciones
futuras para satisfacer las suyas propias.
[7]
Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 1992. Principio 7: Los Estados deberán
cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y
restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra. En
vista de
que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio
ambiente
mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes pero
diferenciadas. Los
países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la
búsqueda
internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que
sus
sociedades ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y
los
recursos financieros de que disponen.
Citar: elDial.com - CC6CF1
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